Ahora bien, como tal siempre da lugar al debate. ¿Todo lo que nos ofrece este medio es de calidad? ¿Deben establecerse unos criterios básicos a la hora de crear contenidos para este formato? Desde luego que existen, pero en esta sociedad los medios de comunicación no buscan ofrecer una labor educativa, por lo menos no es su objetivo principal. Simplemente se centra en la rentabilidad económica de dicha actividad sin importar ningún tipo de código ético o moral. Es entonces cuando aparece lo que denominamos como telebasura.
Este término nace en los años ochenta en Estados Unidos y sobre los noventa se extiende al resto de países. La televisión estadounidense introdujo la violencia, el lenguaje soez y ofensivo en su parrilla a través de una serie de programas que se denominaron talks shows o realitys. En España damos las gracias a un programa que muchos recordaréis llamado Tómbola, con él asistimos al nacimiento de un tipo de televisión caracterizada por el morbo, el sensacionalismo, la venta de la intimidad y la falta de respeto detrás de una estética llamativa, de contraprestaciones económicas y con unos niveles de exigencia muy bajos. Estos programas carecen de principios, no respetan el honor, el derecho a la intimidad, el respeto o la inocencia escudados al amparo de la llamada libertad de expresión.
Ahora bien, ¿Quién es el culpable? ¿Los medios? ¿Los espectadores? ¿El gobierno? Nadie admite ver este tipo de programas, pero éstos lideran las listas de audiencia. Su presencia en los medios tiene ya sus años como hemos visto, y cada vez son más los que nos ofrecen las parrillas de las cadenas.
“Terminaremos separando la telebasura como hacemos con el cartón, los envases y el vidrio”
Google me chiva que en el 2015 celebramos el 25º aniversario de la telebasura. Son 25 años de Tutti Frutti, de Contacto con tacto, de Aquí hay tomate, de Gran Hermano, de Sálvame te pido de otros 25 años más.
“Nunca Valle-Inclán imagino el esperpento tan grotesco”
De este año recién acabado qué formato se lleva el premio. Si he de quedarme con uno (está difícil, lo sé), me quedo con Las Campos. Me cuesta mucho encontrarle el sentido positivo, no entiendo qué interés tiene seguir a estas personas en su día a día, como si no tuviera bastante ya con el mío. He leído por ahí que es normal que me sienta así, que seguramente soy de los que piensan que Sálvame es acultural, que sólo veo gente gritando, según parece es que no estoy iniciado. Medio año lleva en la pantalla, y aunque no lo creamos el share le da la razón.
“El Share, Dios en la Tierra”
Y es que la televisión no tiene como esencia la educación sino el entretenimiento, una serie de estrategias simplonas y patéticas para vender una serie de estereotipos como el de la Navidad en casa de Las Campos. Una casa llena de muros, muros de odio hacía lo diferente, muros para separar en clases. Un odio cargado de menosprecio, menosprecio por las personas del servicio. Tratados como esclavos del siglo XXI, cuando su único delito es trabajar. Trabajar en una sociedad en la que existe un remarcado desprecio hacía las escalas bajas para recordarnos quien es el vencedor, quien es el que manda.
“Los del gallinero pueden aplaudir, los de los palcos basta con que hagan sonar sus joyas”
Este tipo de productos estimulan la mediocridad, es el pan y circo de nuestra era. Están claros los diferentes intereses tanto económicos como sociales que se esconden detrás de esta oscura realidad. Si analizamos nuestra sociedad desde estos puntos de vista nos daremos cuenta de que existen ciertos grupos de poder a los que no les interesa fomentar una conciencia crítica ante los diferentes acontecimientos sociales que se están produciendo. La sociedad capitalista se fundamenta en el poder, es éste el que posee la última palabra, por lo que el fomento de la cultura está supeditado por estos poderes. La sociedad actual se ha acostumbrado a tener las aspiraciones que nos imponen, no hemos acostumbrado a ser austeros con nosotros mismos. Hemos perdido ese afán de superación el cual queda satisfecho a través de esos héroes ficticios que nos construye la televisión.
En definitiva, debemos realizar un ejercicio de reflexión sobre la importancia que desempeñan estos medios, y aunque es importante crear un espíritu crítico es más importante tomar conciencia de la importancia de la educación como herramienta de prevención y cura para la culturización de esta sociedad.